jueves, 27 de febrero de 2014

Materia orgánica (Miguel Serrano Larraz)




"¿Por qué se empieza a contar? No cuándo, ni cómo, sino por qué. Una historia nos ronda durante años, una historia que nos parece adecuada para una novela, para un cuento, para cualquier tipo de artefacto ilusorio, la formamos mentalmente, la cuidamos y lamemos como a un cachorro, y nos parece satisfactoria, o necesaria (necesaria para nosotros, se entiende, para nuestra consistencia), pero nunca llegamos a escribirla, se queda por ahí, como el recuerdo dudoso de haber consumido cierta droga, flotando, de conexión neuronal en conexión neuronal, en el enorme hongo (o nube) nuclear de la memoria, como un pájaro que pasa por allí de vez en cuando (su mirada negra, redonda, abultada, sin eje), hasta que por fin desaparece en pleno vuelo, se descompone o se desplaza fuera de nosotros, migra a lugares más propicios o menos hostiles (más tibios), y la desaparición nos alivia, nos quita de encima un peso y una falsa responsabilidad. Todo se pudre tarde o temprano al exponerse, aunque en la putrefacción haya fermentación. La luz nos amarillea, el calor nos descompone, la brisa nos erosiona, la humedad de la vida oxida nuestra alegría infantil. Al mismo tiempo, todo permanece en alguna forma. Materia orgánica."

Miguel Serrano Larraz, Autopsia, Candaya, 2013, p. 30.



domingo, 23 de febrero de 2014

El siglo de las dos equis (Torres-García)




"No se extrañe, pues, de este país y de esta ciudad: en todas partes hoy hallará lo mismo. El siglo de las dos equis (XX) debía traer eso, y ya lo predijo un antiguo caldeo: equis versus equis, es el caos, el desconocimiento de toda verdad."

"La ciudad sin nombre", Joaquín Torres-García

martes, 4 de febrero de 2014

Un arte (Elizabeth Bishop)





Un arte

El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.

Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.

Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.

Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.

Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.


lunes, 3 de febrero de 2014

La última resonancia (Felisberto Hernández)



"Al silencio le gustaba escuchar la música; oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando el sonido ya era de confianza, intervenía en la música: pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones". 

Felisberto Hernández, "El balcón"